“A nada hay que tenerle tanto miedo como al miedo”   

                                                                                                                                       Henry David Thoreau 1817-1862 

 

La fobia es una reacción de miedo desproporcionado ante la presentación o anticipación de estímulos o situaciones concretas. Mientras que el miedo es una respuesta innata y adaptativa, ante un peligro real. La fobia es aprendida, normalmente a raíz de algún acontecimiento pasado, aunque no necesariamente, sin que el objeto causante del miedo suponga un peligro real. Encontramos diversos tipos de fobias:  

 

Fobias simples o focales:  

 

A animales o insectos: arañas, pájaros, ratones...  

A fenómenos naturales: tormentas, viento, alturas, al agua, a la oscuridad, a la luz...  

A estímulos relacionados con la enfermedad: sangre, inyecciones, heridas, dolor...  

A transportes públicos: avión, metro, túneles, puentes, coches...  

Existen también fobias simples relacionadas con el miedo al ahogamiento, al vómito, al contagio de enfermedades, al polvo, etc.  

 

Agorafobia:  

 

Se trata del miedo a espacios abiertos, a salir de casa o lugares conocidos sin estar acompañado/a. La permanencia en espacios amplios donde hay tumulto, o donde no se encuentra una salida fácil o a la vista, desencadena el miedo. Con el tiempo, y sin el tratamiento adecuado, la persona aquejada de este tipo de fobia va reduciendo el número de lugares por los que solía moverse, evitando sentir el malestar que le provocan.  

A consecuencia de ésto sus relaciones sociales, hobbies, trabajo, etc. también se ven reducidas.  

 

Fobia social  

 

Temor intenso y persistente a una o más situaciones sociales o actuaciones en público en las que la persona se ve expuesta a otras personas que no pertenecen a su ámbito familiar o a la posible evaluación por parte de los demás. La persona teme actuar de un modo (o mostrar síntomas de ansiedad, angustia o miedo) que sea humillante o avergonzante.  

Las situaciones más comúnmente fobígenas son: hablar o comer en público, asistir a reuniones sociales, dictar clases, dar exposiciones, aparecer en televisión o en espectáculos públicos, asistir a una cita , mirar directamente a los ojos, etc.  

La persona reconoce que este miedo es excesivo e irracional pero no puede controlarlo y suele experimentarlo en forma de ruboración (ponerse colorado-a), dificultad para hablar, temblor de manos o en la voz, nauseas, necesidad urgente de orinar, etc.  

Las situaciones que provocan fobia se evitan o se soportan a costa de una intensa ansiedad, angustia o malestar.  

Esta fobia interfiere marcadamente con la rutina normal de la persona, con las relaciones laborales (o académicas), familiares o sociales.  

 

 

Éstas son algunas de las características indicativas de miedo fóbico: 

 

-La reacción de miedo es desproporcionada con relación al peligro que el estímulo en concreto puede desencadenar.  

-Aún cuando la persona es consciente de que no se trata de un peligro real, no puede controlar su reacción.  

-La persona tiende a evitar el estímulo o situación temida.  

-El miedo persiste a lo largo del tiempo.  

-La respuesta no es específica de una determinada edad.  

 

Otros síntomas  importantes: 

 

Síntomas fisiológicos: aumento de la actividad del sistema nervioso autónomo con un aumento de la tasa cardiaca y respiratoria, sudoración, boca seca, nudo en el estómago, naúseas, diarrea, elevación de la presión arterial, hormigueo en las extremidades, mareo, vértigo...  

 

Síntomas psicológicos: se dan numerosos pensamientos o creencias sobre la situación o estímulo temido y sobre la capacidad para afrontarlo. Hacer interpretaciones subjetivas sobre cómo son sus reacciones fisiológicas, junto con la aparición de imágenes negativas sobre lo que le puede ocurrir. 

  

Síntomas conductuales: huir del estímulo o situación temida. Evitar ir a lugares o contextos donde el causante del miedo pueda aparecer.  

 

Tratamientos:  

En la actualidad existen multitud de tratamientos para los trastornos fóbicos: farmacológicos, psicológicos o una combinación de ambos. A lo largo de mi experiencia he ido desechando los que parecían no dar buenos resultados o darlos a muy largo plazo ( con el consiguiente sufrimiento de la persona fóbica) y me he centrado en una combinación de tres ( terapia estratégica, flores de Bach y técnicas respiratorias) con la que puedo aseverar que más de un 80% de las personas fóbicas normalmente parecen no  necesitar más de 6 a 20 sesiones para ver desaparecer el miedo fóbico o reducirlo drásticamente.